lunes, 24 de septiembre de 2007

El hombre con dos rostros

No, no diré que entré a trabajar al café para conseguir una entrevista con él. Aunque esto, desde luego, constituiría una proeza periodística de un realismo impecable. Pero la realidad es otra y no fue sino luego de unos días que descubrí quién era: el flamante gerente de ventas de Multimundo Radio... y dueño de Dos Minutos Café.

¿Cuál es la historia de este hombre de perfil griego, delgado como una flauta y de ojos color menta que defiende su derecho a escuchar la radio en el momento y sitio que le plazca? En el número 22 de la revista Giro comercial, publicada por la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Querétaro (Febrero de 2003) aparece una breve semblanza del sujeto que constituye el meollo de las siguientes disertaciones: Ángel Sánchez Baños, también vicepresidente de Grupos Especializados Canaco Servytur Querétaro. Sin embargo y para evitarnos el socorrido recurso de echar mano del trabajo que otros hicieron antes, diré sin más rodeos que su historia de vida está plagada de eufemismos, a saber: Ángel Sánchez Baños inicia su carrera profesional dentro de los medios de comunicación a la conclusión de sus estudios superiores en el año de 1984. Error: en confesiones llegada la hora de levantar las sillas y limpiar las mesas me revela, con una mueca de resignación, que no terminó la carrera de contador público en el Instituto Superior de Estudios Comerciales (ISEC). ¿La razón? “Las mujeres me distrajeron: siempre andaba atrás de una. Era de lo peor”. Está bien, quizás estas no fueron las palabras que usó, pero el sentido es indudablemente el mismo. Sin embargo, no deja de actualizarse: cursos de capacitación en administración, ventas y mercadotecnia en la Universidad Iberoamericana, así como en calidad total, calidad en el servicio, publicidad, administración de empresas radiofónicas y otros más, que seguramente su estadía en Galicia, España –por un periodo de ocho meses en 1981– no le sirvieron de mucho. Prosigamos con la revisión: Es en esa época, en la que por diversas necesidades y negociaciones, entra en contracto con Multimundo Radio Querétaro y es precisamente cuando es invitado a integrarse a la empresa queretana. Demasiadas ambigüedades: la necesidad fue que lo despidieron abruptamente de Grupo Radiorama (donde empezó archivando toneladas de carpetas y, luego de escalar posiciones, tuvo el atrevimiento de corregir a su entonces jefe: “me despidió en el acto”, asegura) y, gracias a una invitación de Jaime Robledo Castellanos, se le ofreció un puesto en la empresa queretana… pero debía decidirse en tres días (suena peliculesco y lo es). Entonces le planteó la situación a su esposa lo más sutilmente posible.

- ¿Quieres irte a vivir a Querétaro?

- Sí –respondió ella, sin pensarlo dos veces.

En una semana Ángel estaría hospedado en el Real de Minas durante todo el mes siguiente.

¿Quién es el mentiroso?

Después de dos años y luego de rechazar la oferta de laborar en Acapulco, Guerrero, Ángel Sánchez decide independizarse. Y le da un giro a su trayectoria hasta entonces ligada intrínsecamente a la radio: incursiona en el ámbito del reciclaje industrial. Siete años de su vida dedicados a separar el cartón del vidrio y otras tareas igualmente excitantes (él no lo dice, pero yo lo imagino: del radio al reciclaje hay un largo trecho, infortunado para el último). Pasa el tiempo y su antiguo jefe lo invita a reintegrarse a Multimundo (“pues va”, dijo Ángel, seguro quizás de que la tercera es la vencida). Ahora se dedica a vender espacios publicitarios y maneja cifras estratosféricas –para cualquier cristiano común y corriente– con empresarios que deciden confiar en él y sus estrategias. Constantemente repite que lo más difícil de su trabajo es vender sustancia intangible: tiempo aire que no se mide ni se toca, pero que paga y muy bien.

Cuando le pregunto la frecuencia con que miente en su trabajo, abre los ojos desmesuradamente y me mira con una furia cómica. “Nunca miento”, contesta tajantemente. “¿Pero acaso la publicidad no es pura mentira?”, pregunto. No, no –contesta y prosigue a darme un sermón kilométrico sobre la mercadotecnia. Lo recalca incontables veces y me da ejemplos de los enganches de un automóvil, de las casas que vienen escrituradas “por sólo diez mil pesos”, del “compre dos y llévese tres”. Me dice que no puede mentirle al cliente porque entonces no regresaría. Datos interesantes: McDonalds gana mucho más por la venta de Coca-Cola que por las hamburguesas en sí; te enganchan el refresco y las papas por unos pesos más. Nada tiene qué ver con su historia de vida, pero insiste con lo mismo. “Por ejemplo, la oferta que tenemos: capuchino más dona por dieciocho pesos. En realidad el capuchino cuesta trece pesos y la dona ocho, pero en un principio costaban doce y siete, respectivamente. En realidad no pierdo nada y en cambio engancho el producto con el cliente”. Y sus observaciones vienen a cuento, porque es el momento idóneo para hablar del café que administra desde hace año y medio. “El concepto y la idea son de Marbel (su esposa): ella diseñó y decoró todo porque tenía amigos en el DF con cafés. Ella, como cualquier mujer… inquieta, que no puede estarse en su casa y atendiendo a sus hijos, quiso tener su negocio y yo la apoyé”. Y vaya que lo hace, porque desde mi punto de vista Ángel es un trabajohólico que ha tenido la puntada de abrir en domingo, aunque la venta total del día sea de un americano y un cigarro suelto (Dos Minutos es, evidentemente, un café oficinesco y con todo lo que ello implica).

Frases Célebres… más que las de Fox

Es un placer oír su plática regular. Majadero con clase y elocuente sin querer, suelta a diestra y siniestra comentarios sardónicos sobre cualquier tema o asunto. En la entrevista apresurada (que sería un ensayo, aunque se convirtió luego en el material medular del presente escrito), afirma cosas como que “todos los medios están prostituidos”, cuando se le pregunta sobre la situación de los medios en Querétaro. “La única prensa realmente buena que hay en México es la de Torreón, Coahuila: ahí hasta el más pendejo le piensa” dice y suelta una bocanada de humo sin despegar los dedos de la sección principal del Diario de Querétaro, que compra diariamente. Le gusta leer el periódico y las revistas, pero como todo el día “está como trompo” ya no tiene tiempo de leer literatura. “Me gustaba Agatha Christie cuando era joven” dice y parece sentir un poco de nostalgia por aquella época. Luego regresa a su humor usual: “el que no usa la publicidad en todos sus ámbitos está jodido” y sigue con el ejemplo de las papas fritas y los productos ligados y el jamón al 40% y otros asuntos que en nada se relacionan con lo que acabo de preguntarle. “¿El cliente miente? Seguramente sí. Promesas no cumplidas hay muchas”, concluye con arrobadora inspiración.

¿Y la parte seria?

Pasan los días y se olvida por un rato de la condenada entrevista. Le digo que ya la hice, que no hay de qué preocuparse, que puede seguir pensando en sus Mcpapas. Un día me aparezco con grabadora en mano. Sonríe desconfiadamente. “No, no” y se aleja con las manos al frente. “¿Qué tiene? –le digo– Sólo son preguntas como las que ya te he hecho”. Parece prepararse mentalmente, recomendarse a sí mismo no meter la pata (lo que no sabe es que -triste realidad- he tomado sus palabras soltadas sin premeditación ni delicadeza como respuestas definitivas de la entrevista de semblanza que le he planteado… sí, el trabajo periodístico es tan difícil como macabro). Se pone serio. Las preguntas son muy estiradas, pero él encuentra cierta comodidad en resguardase bajo estas concepciones trilladas de que “el radio es un medio muy noble” y “Querétaro no es una ciudad mocha” (niega una pregunta a todas luces dirigida del tipo de “¿no te parece que Querétaro es una ciudad muy mocha?”). La gente que ha venido de fuera la ha transformado, contesta convencido. ¿Y los medios de comunicación? “Son buenos –responde indulgente–, están bien hechos”. ¿Todos? “No, la televisión sí es otra cosa. Nunca me metería en eso”. Pregunto si no le gustaría que sus hijos (Ángel, de quince años; Andrés, de doce y Aranza, de ocho meses) se dedicaran a lo mismo que él. Dice que no. ¿No te gusta lo que haces? “Sí, sí, pero ser vendedor no es un hit”. De espacios publicitarios, de café… Afirma que él no tiene talentos, sino habilidades. Y que se dedicará a lo mismo mientras dure: si lo corrieran mañana mismo, se pondría a buscar otro trabajo. Así de fácil. Decir que los medios están prostituidos y luego que son buenos, insistir con la comida rápida, creer en la publicidad, ser atrevido en lo que dice y hace, pero en el fondo ser un hombre conservador y tradicional: simple. Ser el hombre con dos rostros.


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